Películas recomendadas de 2021
Por dicha, siempre nos queda el arte. De este último año de encierro, que se alivió con muchas horas de cine, comparto las películas que más me quedaron grabadas.
1- Sin Señas Particulares: la odisea de una madre que busca a su hijo secuestrado por el narco, es un retrato demoledor de la interminable violencia del crimen organizado en México. Lúcida dirección de Fernanda Valadez, que nos transporta en una angustiosa road movie, hasta un sofocante desenlace de terror. Un horror que se alimenta de la certeza de que lo aquí se muestra, sucede a diario en la piel de la gente inocente.
2- Quo Vadis Aida: demoledor acto de memoria histórica con que la directora Jasmila Žbanić, a través de la mirada de una funcionaria (impresionante Jasna Djuricic) atrapada con cientos de refugiados en una base de la ONU sitiada por militares serbios, nos revela la cadena de ineptitudes y perversidades que derivó en la masacre de Srebrenica. De no haberse topado con “Another Round”, esta maravilla hubiera sido la justa ganadora del Oscar a mejor película extranjera. Inolvidable.
3- Titane: una asesina psicópata embarazada de un Cadillac (sí, un auto), para escapar de la justicia, se hace pasar por el hijo desaparecido de un capitán de bomberos adicto a los esteroides. Solo una directora con talento y sin complejos como Julia Docournau, podía salirse con la suya con semejante premisa, que nos regala algunas de las imágenes más originales y potentes del año. Mérito al jurado de Cannes por atreverse a premiar esta absoluta chochera, con la Palma de Oro.
4- The Power of Dog: Jane Campion, la primera mujer en ganar Cannes con “The Piano” en 1993, se vuelve a colocar en lo más alto del firmamento cinematográfico con un brillante western, que, tras la apariencia de un oscuro drama sobre la masculinidad tóxica, oculta un ingenioso thriller de tintes edípicos. Cautivante fotografía y memorable papel protagónico de Benedict Cumberbatch.
5- The Beatles — Get Back: para los fans del grupo de música popular más importante del siglo XX, este documental es sencillamente, material de leyenda. La candidez con la que retrata la dinámica y carisma de los cuatro grandes durante la gestación del album ‘Let it Be’, solo es posible gracias al riguroso registro observacional del director original, Michael Lindsay-Hogg, y el portento de edición y restauración audiovisual que, 50 años después, lideró Peter Jackson. Tras 8 horas de éxtasis melómano, se obra el raro milagro de una experiencia cinematográfica inmersiva: sentir que uno estuvo ahí, sentado con esos personajes, compartiendo el placer universal de crear música entre amigos. Uno de los mejores documentales musicales de la historia.
6- Summer of Soul (or when the revolution could not be televised): a partir del material filmado el mismo año que los registros del ‘Get Back’ de The Beatles, se rescata el formidable, pero casi inédito (hasta hoy), “Harlem Cultural Festival” de 1969, que buscó dar relieve al extraordinario talento afroestadounidense, tras la arrolladora hegemonía mediática de Woodstock. El cartel, al que nadie podría hacerle sombra, incluyó a Sly and the Family Stone, Stevie Wonder, Aretha Franklin, Nina Simone, B.B. King, Ray Barreto y Mongo Santamaria, Gladys Knight, The 5th DImension, etc., todas y todos, en absoluto estado de gracia. Un deleite de principio a fin, que además tiene el mérito de contextualizar la posterior invisibilización del evento en el marco de la tensiones político-raciales de la época.
7- Exterminate all the brutes: El comprometido director afroamericano de origen haitiano, Raoul Peck, corona una carrera de cuatro décadas de cine comprometido, con este ensayo cinematográfico de 4 partes, que disecciona el nacimiento, auge y vigencia del supremacismo blanco, con todos sus subproductos históricos: segregación, colonialismo, esclavitud y genocidio. De las Cruzadas a Auschwitz, de la Conquista a Trump, con su grave voz en off, Peck hilvana un descomunal discurso de denuncia a partir de su personal punto de vista, pero luciendo un notable acopio de información histórica y una total libertad creativa. Una de las obras político-artísticas más radicales de este joven siglo, si no la más, y de toda esta lista, la de visionado más urgente para entender por qué en EEUU, se esparcen como pólvora las iniciativas para “blanquear la historia” (https://elpais.com/…/prohibido-hablar-en-clase-de…).
8- Drive My Car: es un prodigio cómo el japonés Ryusuke Hamaguchi logra que una película de ritmo parsimonioso con casi 3 horas de duración, nos mantenga pegados a la pantalla con todos nuestros sentidos entregados al disfrute cinematográfico. Con asombrosa sencillez, y a través de actos tan mundanos como conducir, y rituales tan catárticos como el teatro, logra acariciar la infinita complejidad de las relaciones humanas que más nos impactan: las pasionales, las filiales y las de amistad. Además, nos regala en el último acto, de la mano de una personaje que se comunica con lenguaje de señas, uno de los momentos más conmovedores que se recuerden. Una auténtica obra maestra.
9- Clara Sola: esta cautivante película tica, a pesar de ser una ópera prima, alcanza lo que a través de la historia del cine, tantas personas directoras han perseguido, y pocas han alcanzado: crear una obra que, manteniendo su integridad artística, también es capaz de conectar con una amplia audiencia popular. Gran parte del mérito pertenece a la sobresaliente protagonista, Wendy Chichilla, que deja para la memoria del cine costarricense hasta la fecha, el gran referente de una construcción de personaje compleja y absolutamente verosímil.
10- Una Película de Policías: uno de los cineastas latinos más talentosos de la actualidad, el mexicano Alonso Ruizpalacios, firma un documental creativo memorable. A partir del brillante recurso de poner a una actriz y actor a introducirse en la piel de una pareja real de policías del DF, explora las entresijos del cuestionado sistema policial mexicano. Pero es también una pequeña épica del amor de la gente de a pie, que en medio de las angustias económicas y las presiones de un sistema corrupto, intenta salvarse con uñas y dientes.
11- Annette: un deleite sensorial que remite al efecto vital de los primeros años del cine: a través de la música y la imagen, disfrutar con la inocencia de la niñez y desde la seguridad de la butaca de la sala, de las más bajas pasiones de la humanidad. El grupo musical de culto Sparks, firma la historia y sus expresivas canciones. El brillante elenco da vida a personajes que, aunque arquetípicos, cargan con su peculiar aura intrigante. Pero es sobre todo la mano del director Léos Carax (de la inolvidable ‘Holy Motors’) que convierte esta película en algo tan inclasificable como estimulante. No es ópera rock, ni musical cinematográfico, ni tragedia griega en clave pop, ni melodrama surrealista. Es todo eso, y más.
12- Memoria: lo que hizo el tailandés Apichatpong Wheerasethakul es raro… y único. Uno empieza a ver la película y no entiende hacia dónde va. Siente que no pasa nada y cuando pasa, no logra descifrar qué diablos significa. Pero conforme avanza la obra, y a uno no le va quedando más remedio que liberarse del racionalismo castrante, se empieza a sentir… algo…. Un artista inspirado, no requiere de efectismos ni truculencias para comunicar lo esencial. Con unas imágenes y sonidos tan sencillas como enigmáticas, este maestro inclasificable nos invita a sentir el misterio de esa memoria colectiva que nos une, y que sobrevive a través de los linajes humanos, en forma de ambiguas intuiciones o percepciones abstractas. El inconsciente colectivo como película.
13- The Killing of Two Lovers: obra memorable de cine independiente, austera e inspiradora. Bastándose de lo esencial del arte cinematográfico, guión y actuación, el director Robert Machoian retrata con notable sensibilidad, los dolores de esa masculinidad tradicional que se debate entre la vulnerabilidad negada y la posesividad desesperada. Aquí no hay moralina barata, solo sinceridad implacable. Y por eso, logra materializar uno de los más importantes efectos del arte honesto: ayudar trascender los juicios para hacer aflorar la empatía.
14- Zola: en 2015, una tal A’Ziah King (o ‘Zola’) enganchó a una nutrida audiencia de redes sociales, con su relato por Tweeter casi en tiempo real, de cómo se embarcó con una tropa de perdedores, en una gira stripper con promesa de fortuna, que terminó siendo un esperpético descenso a los siniestros laberintos del tráfico y el proxenetismo. La brillante directora, Janicza Bravo, logra plasmar un mundo que a simple vista parece normal y hasta anodino, pero que oculta sordidez. No es poca cosa. Transmitir esa vibración siniestra y extraña que subyace bajo la cotidianeidad mundana, es algo que solo ciertas miradas disidentes como las de David Lynch o Alejandro Jodorowsky, han logrado plasmar con justicia en pantalla.
15- First Cow: la maestra Kelly Reichardt regala un western atípico en que la amistad y la solidaridad ocupan el lugar de las rivalidades y los balazos. Un drama tejido con delicadeza de artesana, que logra que los personajes germinen en nuestra memoria sensible, incluyendo la cándida vaca que da nombre a la obra. Tan conmovedora por la naturalidad con que pinta las situaciones humanas, como sorprendente por la sutileza con que introduce los pequeños detalles que lo cambian todo, y que en su raíz más profunda, remiten a las pulsiones más esenciales de conexión y supervivencia. Una joya.
16- The Green Knight: el gran David Lowery, que hace unos años nos conmovió con ‘Ghost Story’, toma el mito artúrico en el que Sir Gawain enfrenta al reto propuesto por el Caballero Verde, para construir un deslumbrante viaje existencialista con destellos oníricos. Acá el Camino del Héroe trasciende las conquistas materialistas del ego para lanzarse al confuso caudal de la búsqueda espiritual. Así, la magia del mundo sensorial, pareciera ser más bien un espejo de las profundidades de la psique. Este cine se aleja de las épicas pirotécnicas de Game of Thrones, para convivir al lado de obras más sugerentes, como ‘El Séptimo Sello’, de Bergman.
15- First Cow: la maestra Kelly Reichardt regala un western atípico en que la amistad y la solidaridad ocupan el lugar de las rivalidades y los balazos. Un drama tejido con delicadeza de artesana, que logra que los personajes germinen en nuestra memoria sensible, incluyendo la cándida vaca que da nombre a la obra. Tan conmovedora por la naturalidad con que pinta las situaciones humanas, como sorprendente por la sutileza con que introduce los pequeños detalles que lo cambian todo, y que en su raíz más profunda, remiten a las pulsiones más esenciales de conexión y supervivencia. Una joya.
16- The Green Knight: el gran David Lowery, que hace unos años nos conmovió con ‘Ghost Story’, toma el mito artúrico en el que Sir Gawain enfrenta al reto propuesto por el Caballero Verde, para construir un deslumbrante viaje existencialista con destellos oníricos. Acá el Camino del Héroe trasciende las conquistas materialistas del ego para lanzarse al confuso caudal de la búsqueda espiritual. Así, la magia del mundo sensorial, pareciera ser más bien un espejo de las profundidades de la psique. Este cine se aleja de las épicas pirotécnicas de Game of Thrones, para convivir al lado de obras más sugerentes, como ‘El Séptimo Sello’, de Bergman.